viernes, 3 de abril de 2020

Baby I'm a Queen

Resulta que las ganas de comerme el mundo estaban ahí, siempre lo habían estado, pero el miedo que me auto infligia era mucho más grande. 
Y de pronto me descubrí sentada en un avión. Sola. Rumbo a Rumanía, para pasar ahí cuatro meses. 
No había miedo, solo ganas. Descubrí que tampoco era tan difícil hablar con desconocidos, porque de perdidos al río. Y que el inglés, a pesar de estar oxidado, era válido.

Aquí estoy, redescubriéndome cada día un poquito más. Afrontando los días con la misma ilusión que una cría de cinco años. A pesar del encierro. A pesar de la distancia que no pesa. A pesar de las ideas que tenía sobre mi misma.
No se si la que está aquí es fruto de las circunstancias o la que estaba allí era fruto de los miedos. Igual ambas. 
Pero ojalá continúe la que quede después de esto. 
Ojalá siempre una versión mejor. Para recoger palabras y sonrisas por las aceras. Para disfrutar de la nieve. Y del sol. Y de la lluvia. Y de la vida con todas las palabras.
Que el dolor cura y enseña. Saber gestionar, masticar bien y después tragar, despacio, para que no se quede en la garganta y ahogue.

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