jueves, 22 de julio de 2021

Despertaré

Mira a la vida como si se la fuera a comer. Desafiándola y aguantando los golpes. Aunque se resquebraje a veces. Se sacude el polvo y continúa. Con el corazón de piedra como dice él, pero protegiendo el centro de gominola.

Si te asomas dentro de su cabeza te perderás. Tiene un laberinto de puertas y ventanas interconectadas, que te llevan a parajes inigualables y que hacen que escoger una sea imposible, como cuando eras pequeña e ibas a la biblioteca y te abrumaba tener que escoger solo tres libros, porque los querías leer todos. 

Podrías perderte en el mar de su piel. Naufragar con los vaivenes de su pecho y jamás pedir auxilio, porque no has conocido mejor puerto que sus brazos ni mejor ancla que su sexo dentro de ti. 

Y sus ojos, que son lupas al sol cada vez que te recorren y se posan en cualquiera de las piezas que te componen. 

A veces tienes que parpadear cuando su luz te ciega, cuando te das cuenta de que podrías pasarte horas contándole los dientes cuando le ves sonreír. 

Y te ríes cuando es tan inocente que no sabes si realmente es así o lo está fingiendo. Pero reprimes los abrazos, porque hay muchos países de por medio, y kilómetros, y personas que se fueron pero dejaron su sombra.

El miedo te susurra al oído y cada vez te aprieta más fuerte. Pero esta vez no le quieres dejar ganar, así que intentas huir, te refugias en ese pequeño rincón que guarda las cosas reales y que está impregnado de él. Donde te sientes segura. Y en paz.