lunes, 7 de diciembre de 2015

Con dos camas vacías

He desaprendido a dormir acompañada, a ir de la mano por la calle con alguien del sexo opuesto, a dar besos teñidos de amor irracional. He desaprendido, por suerte o por desgracia, a pasar noches en vela pensando en alguien, a contar las horas del reloj y a notar que cada segundo es una eternidad.
He desaprendido qué es eso del sexo con amor, qué se siente cuando te estalla el corazón y te flaquean las piernas.

Pero también he aprendido a quererme, como nunca querré a nadie. He aprendido a dormir ocupando toda la cama, a sonreír porque sí, sin buscar ninguna explicación. He aprendido a disfrutar del sexo conmigo y con los demás, a extasiarme con besos de conocidos y de desconocidos también. He aprendido que algunos secretos es mejor tenerlos guardados bajo llave y que otros es mejor compartirlos entre risas y cervezas.

Desaprendí una parte de mí, pero aprendí sobre otra que desconocía. Una recuperable y la otra imperdible.

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