Me gustas TÚ.

El techo de la falsa está inclinado, pues tiene la forma del tejado. Tiene una ventana que da a la parte delantera de la casa desde donde hay una vista espectacular. Justo al lado de la puerta hay una mesa de madera grande que mi abuela ha recubierto con toallas y la usa para planchar, dice que le va mejor que la tabla normal y supongo que debe de ser verdad. Delante de la mesa hay un congelador gigante, lleno de verduras del huerto de mi abuelo y en verano, de helados. Hacia el fondo de la estancia hay una habitación con dos camas pequeñas donde duerme mi abuela cuando somos muchos en casa. Pero delante de esa habitación está la parte que más me gusta. Hay una ventana muy pequeña desde donde se ve el huerto de mi abuelo y un algo de campo. Las puestas de sol desde allí, aunque no lo pueda parecer, son increíbles. Justo debajo de esa ventana hay un arcón que nunca he abierto, cubierto con una funda a rayas. Al lado del arcón hay una mesita pequeña y más allá, un armario blanco.
La mayoría de los veranos jugábamos allí con mi hermana, mientras mis abuelos hacían la siesta y no podíamos salir, pues hacia mucho sol fuera. Durante la primera semana de vacaciones, recogíamos y adecentavamos el espacio que se había de convertir en una tienda de ropa o en una casa de universitarias. Colocábamos en perchas la ropa vieja que nos daba mi abuela para disfrazarnos, cambiabamos de sitio las cuerdas de tender para que no nos molestara la ropa mojada, apilábamos libros sobre la mesilla y escondíamos los libros de deberes debajo del todo, por si algún día nos entraban las ganas de hacerlos, tenerlos a mano, aunque la verdad, de esos días habían muy pocos.

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... como parece que no tengo remedio

y estoy definitivamente perdido

para la fructuosa realidad

lo más probable es que siga escribiendo

cuentos no neutrales

y poemas y ensayos y canciones y novelas

no neutrales.

Mario Benedetti. - Soy un caso perdido.